lunes, 12 de enero de 2009

Ceilán


Ceilán tenía la misma tenía la misma estructura colonial que Birmania y la India. Su estancia en Ceilán fue una de las épocas más solitarias del poeta, pero a la vez fue una etapa luminosa. Pablo vivió en un bungaló junto al mar en Wellawatha. Se levantaba temprano y paseaba por la costa, observando a los pescadores, a los elefantes cargando, etc. Sus únicos acompañantes eran su perro y su mangosta. La mangosta de Pablo había cobrado ya cierto prestigio, (ya que este tipo de animal es famoso por las luchas que mantiene con las cobras). Un día un gran grupo de niños acudió a Pablo. Había una serpiente en el medio de la calle, y pedían que llevara a su mangosta para luchar contra ella. Sin embargo, al verse frente a los colmillos de la cobra, la mangosta que ya se había acomodado a la vida doméstica, salió huyendo en dirección al bungaló.

Brampy, el boy que hacía las tareas de la casa, no era muy hablador. Pablo seguía sumido en su soledad, sin dejar de pensar cómo acercarse a los nativos, una empresa difícil.

Poco a poco se fue integrando y conociendo Colombo. Un día fue invitado a una comida de gala, y en el camino hizo detener el ricksha para escuchar una extraña música que provenía de algún lugar cercano.

En Ceilán seguía existiendo esa fuerte separación entre colonos y nativos, aunque había ciertas excepciones (se producían frecuentes enamoramientos entre colonizadores y nativas). Un caso que fascinó a Pablo fue el del autor Leonard Woolf, expulsado de la colonia por negarse a quemar una choza campesina, y que en su regreso a su Inglaterra escribiría el fantástico libro “A village in the jungle”.

Otro persistente recuerdo del poeta fue una gran cacería de elefantes. Cercados los elefantes y abrumados por la música y los tambores durante varios fatigosos días, los enormes animales eran inmovilizados por otros elefantes ya domesticados. Después los cazadores los ataban a grandes árboles y les dejaban ayunar durante días. Cuando estos estaban ya famélicos, les dejaban comer el mejor de los manjares, y así, se convertían en nuevos animales domesticados.

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